El jardinero de
los dioses poda las plantas en invierno.
Es la noche más
larga del mundo.
¡Remamos las tempestades!
Somos inquilinos
del tiempo, invitados de honor.
Más que en
“disciplina” podríamos pensar en constancia,
más que
“tiempo”, sea quizás desenlace.
Deseamos tantas
cosas, las olvidamos, nos dejan de importar.
¿Cuánto de todo
eso, en verdad, queríamos?
Nacés cuando
dejas morir lo que nunca fuiste.
Tomamos las
manos por entre las mesas, aquel símbolo ancestral del cariño.
Nos besamos
cuando acariciamos el magma.
Tocamos los
crepúsculos con la unión del dedo índice y pulgar.
Dijo tal vez un
profeta, que el descubrimiento de una naturaleza secreta
nos devela a la
siguiente.
¡Empezar el día
con los platos limpios!
El cadalso es
vivir una vida que no es tuya.
Los Minotauros
siempre han sido nuestros aliados.
Las horas son
sólo una referencia automática que debemos olvidar algún día.
Cuando el tiempo
se detenga, será como el silencio de un ladrido en medio de la noche.
Y, lo efímero habrá
de emerger como una nube de sal.
El tiempo será un
monte de lentejas que apilaremos,
una por sobre otra.
.
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