Decíase que tal vez la raíz de todo arte y quizás también de todo espíritu fuera el temor a la muerte. La tememos, nos horroriza la transitoriedad, vemos con tristeza como las flores se mustian y las hojas caen una y otra vez, y en el propio corazón sentimos la certidumbre de que nosotros somos transitorios y de que no tardaremos en marchitarnos.
Y, si como artistas creamos imágenes o como pensadores buscamos leyes y formulamos pensamientos, únicamente lo hacemos para salvar algo de la gran danza de la muerte, para asentar algo que dure más que nosotros.
Hermann Hesse, Narciso y Goldmundo
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