¿Cómo hacer “arte político” después de Berni? (y de Ferrari) - {retomando a Daniel Link}

 ¿Cómo hacer “arte político” después de Berni? Degollándose, es decir, apelando a la propia destrucción (no a la de las imágenes), estableciendo consigo mismo, y con el campo de la plástica, un proceso de depuración del sentido (“El significado solo no hace una obra de arte… Nuestro trabajo consiste en buscar materiales estéticos e inventar leyes para organizarlos alrededor de los significados, de su eficacia de transmisión, de su poder persuasivo, de su claridad, de su carácter ineludible”), del que estas dos series son ejemplo cabal.

Berni sostuvo que “si hay arte, no hay pancarta; pero si no hay arte, la pancarta es burda y no sirve para nada; mejor dicho, sirve a todo lo contrario de lo que se propuso servir”. Por eso, su última obra recurre, al mismo tiempo, al nombre propio (Juanito Laguna, Ramona Montiel) y al collage como dispositivo (como negación de toda ilusión de plenitud previa, de toda fusión con lo comunitario) para la postulación radical de formas de vida marginales (el villero, la puta). Y, gracias al collage, Berni descubrió la potencia del vacío.

Las obsesivas series de Juanito y Ramona, que incorporan los desechos como parte constitutiva de la cosa de arte (es decir: de la cualidad de lo viviente a finales del siglo XX), han renunciado por completo a toda organicidad y a toda complicidad con la plenitud de la imaginería (de la cultura y la civilización). Pocas semanas antes de morir (accidentalmente), y entregado ya a una investigación del Apocalipsis de Juan de Patmos, Berni señalaba: “El arte es una respuesta a la vida”


Porque “hemos llegado a esa etapa histórica del hombre vacío”, pensaba Berni, es que valía la pena detenerse a reflexionar sobre esas formas de vida del día después de mañana (el Apocalipsis). Lo demá es cliché.

Es a partir de ahí cuando la obra de Ferrari se pone decididamente en marcha. En Cuadro escrito (1964) se lee:

Si yo supiera pintar, si Dios en su apuro y turbado por error confuso me hubiera tocado, agarraría los vellos de la marta en la punta de una rama de fresno flexible empapados sumergidos en óleo bermejo y precisamente en este lugar empezaría una línea delgada…

Si hay arte en la obra de Ferrari, ese arte es una línea delgada (la grieta, la rajadura, el crack up), sólo en esa línea delgada se sostiene, y la maestría del artista consiste en haber podido sostenerla, contra la fuerza del Tiempo y la prepotencia de los Tiempos.


Fragmento de Estudio de Daniel Link (2012) en Catàlogo Leòn Ferrari, Brailes y relecturas de la Biblia

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